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Ponele Esperanza

El Irízar , un orgullo nacional

El Irízar , un orgullo nacional

La misión principal de sus campañas antárticas es relevar al personal y abastecer las bases y estaciones argentinas en el continente blanco. Pero presta servicios solidarios a las demás bases. El barco se incendió en abril de 2007 y estará parado un par de años, en reparación.

Posadas. El rompehielos Almirante Irízar, uno de los buques más emblemáticos de la Argentina, fue convertido en un gran hospital durante la guerra de Malvinas (siete años después de su construcción -en 1975- en Finlandia), cuando permaneció en la zona de conflicto pintado por única vez en su historia de color blanco con la enorme cruz roja en sus partes visibles.

Por esa acción, el barco recibió la medalla por Operaciones de Combate por sus servicios durante la guerra de 1982 y desde entonces, goza de un prestigio internacional que crece cada año, ya que entre su misión antártica, una vez por año, visita las bases de los distintos países apostados en el continente blanco, donde oficia también de transporte gratuito de personas entre las bases de todas las naciones ahí representadas.

La misión principal de sus campañas antárticas es relevar al personal y abastecer las bases y estaciones argentinas en el continente blanco. Pero presta servicios solidarios a las demás bases.

Equipado como un hotel de cinco estrellas, su tripulación se apresta cada primavera para entrar durante el verano a la Antártida. En octubre de 2005, a poco más de un mes de la salida de este diario, un periodista de Línea Capital fue invitado por la Armada Argentina a navegar por alta mar, a bordo del Irízar, en sus tareas de alistamiento y prueba de máquinas, para ingresar luego a la Antártida, sobre fin de año.

La experiencia sobre el gigante color crema y naranja fue inolvidable. Una de las primeras tareas a bordo, de la que no quedó nadie sin participar, fueron los constantes simulacros de abandono por incendio o hundimiento, para estar preparados para un hecho tan fortuito pero probable como el que ocurrió durante la noche de este martes.

Por suerte el Irízar no se hundió. Hubiera sido una gran pérdida para la Argentina, no sólo porque hay un sólo barco más similar al Irízar en el mundo (sólo se construyeron dos), sino por el prestigio y las condecoraciones que pesan sobre la nave, la que volvió a adquirir fama internacional -después de Malvinas- cuando en julio de 2002 se adentró en la inmensidad de la Antártida para rescatar al "Magdalena Oldendorff", un barco alemán que quedó atrapado entre los hielos y si bien no logró sacarlo, debido a la gran diferencia de tamaños (el buque alemán, de dimensiones varias veces mayores, no pudo avanzar entre las capas de hielo que abrió el Irízar a su paso), al menos consiguió aprovisionar a los 16 alemanes que debieron esperar, desde julio hasta fin de año, para poder salir de entre los hielos que lo atraparon.

Fue el año que la imagen del rompehielos Irízar dio la vuelta al mundo, convertido en un orgullo nacional, mientras los ojos del mundo se posaban sobre la nave que llegó hasta el barco atrapado, como ilustran las fotos de esta nota.

"Nuestro barco" cuenta con un moderno equipamiento médico y un quirófano de alta complejidad que permite operaciones en alta mar y durante sus meses dentro de la Antártida. Nombrar sus otras particularidades, como que produce su propia agua potable y toda la energía que consume, sería abundar en detalles que seguramente serán publicados hoy en la gran mayoría de los medios argentinos.

A paso lento, el Irízar va partiendo capas de hielo de hasta un metro de espesor y por embestida, gigantes bloques de hasta seis metros, a los que embiste como una enorme maza que golpea en forma constante (tiene la capacidad de ir hacia adelante y hacia atrás con diferencia de pocos segundos) hasta que se abre paso entre los grandes bloques o se monta sobre ellos y los parte por el peso de la nave. Y el Irízar avanza.

El barco, ese enorme orgullo nacional tanto entre la Armada como en la población y que permanece gran parte del año atracado en Puerto Madero, en Buenos Aires, lleva el nombre de Julián Irízar, el comandante de la corbeta Uruguay que en 1903 rescató en la Antártida a una expedición científica sueca que se había perdido el año anterior.

Su interior es inmenso y cuenta con doce cubiertas (pisos), distribuidos a lo largo de sus 121 metros de largo (de eslora, según la jerga marina) por poco más de 25 de ancho (de manga, corregiría un hombre de la Armada).

La altura del barco, desde la línea de flotación, es decir, lo que se puede ver sobre el agua, es de unos 42 metros y su velocidad máxima, de 17,2 nudos.

Este gigante anaranjado, que hoy será remolcado hacia la costa argentina, posee una cubierta de aterrizaje de helicópteros en la parte posterior y dos hangares para el rey del mar, los helicópteros Sea-King. Y además, los mejores y más adiestrados hombres de la Armada Argentina que conforman su tripulación, preparados para cualquier contingencia, aunque sin esperar nunca la de la noche de este martes, cuando el rompehielos ARA Almirante Irízar volvió a convertirse en una noticia mundial.

 

Se incendió el rompehielos Almirante Irízar

Buenos Aires (Télam). El rompehielos "Almirante Irízar", buque emblemático de las campañas antárticas, se incendió en alta mar, a 140 millas al este de Puerto Madryn, Chubut, y fue evacuado por sus 296 tripulantes y pasajeros sin que se produjeran víctimas.

"El siniestro se inició a las 22 horas del martes 10 de abril de 2007, cuando regresaba hacia Buenos Aires de la ciudad fueguina de Ushuaia, un paso obligado de su regreso de la Antártida Argentina, tras cuatro meses de Campaña por las bases del continente blanco.

El fuego se originó en el compartimiento de generadores "y se propagó de forma que se tornó incontrolable", añadió el parte firmado por el jefe de prensa, vicecomodoro Enrique Gómez Olivera.

La orden de evacuación fue dada a las 23.30 cuando el comandante de la nave, el capitán de fragata Guillermo Tarapow, consideró que el fuego no podía ser dominado y ponía en peligro a la tripulación.

El petrolero panameño Scarlet-Ibis y el pesquero uruguayo Magrit acudieron rápidamente a la zona y recogieron en plena noche a los náufragos que derivaban en 24 botes salvavidas.

El sitio del accidente quedó bien establecido porque también fue localizado por un avión de reconocimiento B-200 de la Armada y un caza de la Prefectura Naval, cuyos tripulantes pudieron ver las balizas de los botes.

Un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea y un Fokker F28 de la Armada fueron despachados a la ciudad de Trelew para colaborar en la evacuación de la tripulación del rompehielos.

Desde la base naval de Mar del Plata zarpó hacia la zona la corbeta "Granville" mientras que el guardacosta Thompson de la Prefectura se aprestaba a colaborar en las tareas de rescate.

El "Almirante Irízar" tiene 121 metros de eslora por quince de manga y 9,5 de calado, y quince mil toneladas de desplazamiento a carga plena.

El buque transportaba a personal militar de la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército y a civiles de la Dirección Nacional del Antártico, en el viaje de regreso tras la Campaña Antártica 2006-2007.

Había salido de Buenos Aires el 12 de diciembre, y durante el verano reaprovisionó a las bases antárticas Esperanza, Jubany, San Martín, Primavera, Orcadas, Cámara, Petrel, Decepción, Melchior, Brown, Marambio, Belgrano II y Matienzo.

Los gay descorren el telón

Los gay descorren el telón A pesar de la discriminación y los miedos, algunos empiezan a blanquear su situación frente a los amigos y la familia y con ello logran distenderse. Las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo son una realidad. En Misiones se animan a exponerse más que en otros tiempos. Hoy forman parte de la sociedad visible y van logrando convivir en armonía con el resto, venciendo a los prejuicios que se mantienen vigentes.

 

Posadas. Gay significa divertido y así es como se definen los chicos que gustan... de otros chicos, aunque para muchos, todavía, hay algunos puntos, como la discriminación, que no les permite que la vida sea totalmente color de rosas.

Distendidos, jocosos y bien dispuestos, hablaron con Domingos de Revista para contar la experiencia de "ser gay en Misiones, sin morir en el intento". Ahí están, a la vista de todos, tan presentes y tan expuestos que hasta pasan desapercibidos. Son profesionales, estudiantes, trabajadores, desocupados. No pertenecen a una clase social en particular ni conforman comunidades aunque, claro está, el signo de pertenencia es fuerte y por lo tanto, los grupos primarios de amistades se arman entre pares.

Se toman en sorna la terminología popular que los define. "Somos todo eso y mucho más -desafían-. Mientras los prejuiciosos cargan de significados peyorativos a las palabras, nosotros las utilizamos con la acepción que pretende definir algo: si, somos putos, y eso no tiene nada de malo ni nos molesta que nos definan por ello". De todas maneras, la jerga que manejan está cargada de resignificaciones: desde "tener onda" para decir que son gay, u otras definiciones con un toque de humor, como "locas" para autodefinirse, o "portar plumas", para referirse a los que son evidentes o afeminados, en este caso, haciendo propio un ícono del mundo de las vedettes.

Se estima que entre el diez y el once por ciento de la población mundial es homosexual o bisexual y los mismos porcentajes se proyectan a regiones o ciudades, aunque no todos asumen y mucho menos hacen pública su condición, ya que porcentajes muy bajos de estas cantidades son los que "salen del placard" y viven "en libertad".

En Misiones en general y en Posadas en particular, los gay empiezan a destaparse tímidamente, más allá de casos muy particulares donde hacen una vida pública sin ningún tipo de tapujos. De todas maneras, la discriminación por un lado y el miedo al rechazo, por otro, todavía no les permite, a la mayoría, una vida totalmente abierta. En este sentido aclaran que vivir de frente a su condición "no significa salir a mariconear, o hacer ostentación" de su condición sino, solamente, "no tener que vivir ocultando un estilo de vida como si fuera un pecado". Ser gay es una condición, "que te toca o que elegís y por lo tanto, merece tanto respeto como cualquier estilo de vida que no provoque daños a nadie".

Divertidos y chicaneros, son capaces de reirse de ellos mismos para demostrar que es un tema superado, a pesar de los recaudos que toman para preservar su identidad: "¿No vas a poner los nombres en la nota, no? Mirá que nos desheredan o ya veo, el lunes en el laburo, a mi jefe diciendo: "¡viste, yo te dije que este era maraca! (risas)".

Los gay son una fracción de la sociedad y por lo tanto, existe gente de todo tipo. No están de acuerdo en que se los califique de tal o cual manera por la condición sexual: "no somos más o menos inteligentes, no nos producimos y no hacemos culto del físico más que lo que puede hacer cualquier otro varón; en realidad esos son mitos. Pero hay de todo, quizás siempre se relaciona a un gay con ser detallista o porque se mata en el gimnasio, pero también hay chicos héteros que hacen lo mismo pero es como todo, para ellos siempre está todo bien, nadie los pone bajo la lupa, pero cualquier cosa que haga uno de nosotros se transforma en un ícono gay".

Es así. Existen íconos gay (nada es absoluto) que se fusionan con las costumbres generales: las remeras ajustadas, o sin mangas, por lo general de color negra; determinadas marcas de ropa; zandalias negras de cuero, mochilas cruzadas de neopren, entre otros tantos, que terminan siendo una moda para todos los varones. La moda gay, sobre todo en vestimenta, es totalmente dinámica y por lo general, marca tendencias que en poco tiempo se popularizan.

"No, no tenemos lugares y si hubiera, pocos irían". Una ciudad como Posadas no tiene lugares públicos para gay, salvo un par de pubs que si bien son para todo el mundo, son frecuentados por los grupos más desprejuiciados, aunque sin ostentaciones. Corrientes, por citar un ejemplo, tiene dos boliches para gay a los que también van parejas héteros y donde la convivencia es óptima.

En definitiva, cuando superan la instancia de los prejuicios o los miedos, aseguran que la vida que llevan es divertida, sobre todo a partir de situaciones que deben pilotear. Hay una gran mayoría que vive en forma normal, tan expuestos y tan relajados, que al final, pasan desapercibidos y logran lo que tanto anhelan: ser uno más, siendo diferente.

 

 

 

"Tapados", pero no tanto

 

Los gay de hoy viven más sueltos en Posadas. Aseguran que hubo una apertura muy importante en los últimos tiempos y que las generaciones que vienen tienen cada vez menos resistencia social y familiar. "Hoy en día hay más gente a la que no le importa tu condición y se puede convivir con total libertad, siempre y cuando vos mismo estés dispuesto a superar tus propios prejuicios; pero todo es parte de un proceso que empieza, primero, por asumir vos tu condición para que después el resto te pueda aceptar", coinciden las voces.

Dicen, en la mayoría de los casos, que la primera aceptación se da en el grupo de amigos, después en el plano familiar y finalmente, en el ámbito laboral. De los casos consultados para esta nota, unas quince personas de entre 20 y 40 años de edad que hablaron siempre tanto de experiencias propias como de sus conocidos, aseguraron que no esconden su situación, pero tampoco salen a hablar de ella. "El que quiere entender, entiende. No es muy difícil porque más allá de aquellos que son evidentes, el resto no tenemos novia, no nos casamos (o son separados) y siempre tenemos "un amigo" muy cercano y bueno..., la gente no es tonta, aunque muchas veces no digan nada".

Para seguir el hilo de la nota, es interesante conocer algunos detalles: nada es absoluto y las explicaciones sólo apuntan a poner el marco de referencia: dicen, con o sin sustento científico, que homosexual es aquel que "padece" su situación, que no la acepta, que reniega de ella, en contraposición con el gay que no sólo la asume sino que vive como tal, y la disfruta. En ninguno de los casos se habla de travestis ni de transexuales, como tampoco de aquellos que siendo varones, se sienten mujeres, o a la inversa. Se habla en esta nota de los gay, entendiendo que no reniegan de su sexo, que les gusta ser lo que son ("soy hombre, me gusta ser hombre pero me gustan los hombres") y que se sienten atraídos por sus pares, más allá de que les resulte facil o difícil asumir esa situación.

De todas maneras hay dos posiciones muy marcadas, diferentes, entre los gay de Misiones, con un tono gris intermedio: los que tienen terror de que se conozca su situación, los que no les importa nada y los terceros, que si bien no exponen en forma explícita sus preferencias, aseguran que tampoco la ocultan.

Los primeros son los "tapados". Por lo general se reprimen o viven su vida sexual fuera de sus ámbitos cotidianos. Preservan a ultranza su vida privada y hasta pueden casarse o tener novias para cumplir con el mandato social y no alertar a su entorno. Los otros dicen que están jugados, que les importa poco o nada lo que pueda decir la gente y que viven de la manera en que mejor les parece. Los terceros, quizás sean mayoría, aceptan las reglas sociales como tales pero hacen la suya, sin provocaciones y ponen los límites: "no tenemos necesidad de andar diciendo qué nos gusta, pero tampoco ocultarlo como si fuera un secreto". En ese caso, el entorno inmediato casi siempre conoce la situación, ya sean amigos, familiares o compañeros de trabajo. Respetan las reglas de juego pero no permiten que les falten el respeto a su elección de vida.

 

 

La discriminación y el entorno

 

Si bien admiten que en los últimos tiempos existe una apertura mucho mayor de la sociedad hacia los gay, sobre todo en las ciudades grandes y progresistas, aseguran que la discriminación todavía existe y que en algunos casos, hace mucho daño.

Los jóvenes son los más abiertos y cuanto más alto es el nivel cultural de las personas, menos discriminación existe. "No hay que perder de vista, de todas maneras, un detalle importante: es más fácil ser gay en Buenos Aires que en Misiones; como tampoco es lo mismo ser gay en Posadas que en una ciudad del interior porque cuando más chico es el lugar, la presión que existe es mayor, porque todos se conocen y quizás lo único que rescatan es tu condición sexual, desde una visión negativa, y no tu condición humana, a pesar que tienen muchos elementos cercanos para reconocerte otras cualidades y no agarrarse de tus preferencias para destruirte, porque ellos decidieron que lo que vos hacés está mal. Este es todo un tema pero bueno..., creo que pasa por cada uno y puede estar demostrando los propios miedos del que discrimina, su gran inseguridad".

Pero también admiten que ellos mismos, como grupo, muchas veces son los responsables del rechazo: "están los escandalosos que no saben respetar, que están dando espectáculos por todos lados y eso genera reacciones, a mucha gente le molesta; a nosotros, que somos gay, nos molesta porque desgraciadamente sólo eso rescatará el resto y es la única imagen que algunos desparraman en representación de todos. Quizás la gente no sepa o no quiera saber que todos los gay no somos así y se quedan con esa imagen".

Otros, en cambio, tienen tanto miedo a la discriminación que llegan a vivir sólo para las apariencias. "En realidad es todo una gran hipocresía; tenemos que mentir, esconder nuestra vida; podemos ser tan hipócrita como el hétero que se casa y tiene mujeres por todos lados, pero en ese caso la sociedad lo premia, por machazo; ese si es un banana pero a nosotros siempre nos califican con sentido peyorativo".

 

Temor al rechazo

El mayor temor, para los que esconden su vida, pasa siempre por el rechazo. Algunos temen perder sus trabajos y otros, no insertarse en los ámbitos comunes, justamente por la discriminación que sienten. Los que superaron los miedos aseguran que se dedican a disfrutar lo que les pasa. "Con esta historia no le jodemos a nadie; hacemos la nuestra, estamos integrados pero a otros les resulta difícil vivir como gay; muchos de nosotros logramos el respeto como seres humanos y creo que la gente está entendiendo que esto es una cuestión de gustos o de sentimientos y eso, no resiste ningún análisis; de todas maneras quedan muchos que piensan que esto es una perversión, pero ya no es un problema nuestro sino del que piensa así".

Con el paso de los años, los gay se relajan. Durante la adolescencia, cuando descubren su situación, casi todos piensan que son los únicos, que están solos y tratan de esconderse, sobre todo porque temen ser rechazados. Algunos primero "blanquean" su situación entre los amigos y otros, en la familia. Para esto no hay reglas. La gran mayoría admite que los miedos son mayores al principio pero con el tiempo  "te distendés". Contarle a la familia es el paso más difícil, pero dicen que al final, todos entienden.

"Tus viejos son tus viejos, y aunque no les digas nada, ellos saben, aunque muchas veces no quieran admitirlo. Si vas de frente, si agarrás coraje y le contás, siempre que sea una necesidad, lo más probable es que al principio se resistan pero al final entienden que no se trata de nada raro y te bancan, te dan la contención que necesitás, están con vos". De todas maneras no siempre pasa esto, aunque las excepciones son las menos de las veces.

Hay casos en que algunos tomaron distancia de sus familias porque no se animaron a hablar o porque el rechazo fue muy fuerte. "Tu viejo tiene que entender que es algo que te pasa o que elegiste, que no vas a cambiar, ¡que no te vas a curar! (risas), que esa será tu vida y que así serás feliz y les guste o no les guste, es así. Cuando hablás, casi siempre primero viene el escándalo familiar porque el nene es gay pero al final lo entienden; los que se vuelven locos son aquellos que viven de apariencias".

 

"Blanquear te alivia"

Pero lo cierto es que cuando "el rarito" blanquea su situación, siente alivio. Dicen que los amigos son los que mejor entienden, aunque no siempre compartan. "Los que se borran cuando le contás, no son amigos, pero se dan muy pocos casos".

Y en el trabajo pasa algo similar. "Por lo general no preguntan, pero como siempre aparecés a los asados o a las reuniones de fin de año con "tu amigo", creo que se acostumbran y si un día vas solo, enseguida te preguntan: "ché, ¿y fulano por qué no vino?" Es una forma de aceptarte sin pedirte explicaciones porque en el fondo están sabiendo. Claro, vos tenés que bancarte que siempre que se hable de los gay sea en forma despectiva, pero esas son las reglas de juego, así funciona el mundo".

Para las mujeres es más fácil porque pasan más desapercibidas, aunque esto no quiere decir que estén excentas de las presiones o las mismas reacciones que sufren los varones. A pocos les llama la atención que dos mujeres vivan juntas, cuando conforman una pareja, y pueden hacer el papel de dos amigas que sólo comparten un hogar.

 

 

Una historia de esas...

 

Marcelo (34 años) y Alejandro (32) viven juntos desde hace cuatro años; ambos son casados y separados y cada uno tiene un hijo, varón, fruto de sus matrimonios. Se conocieron en un chat y después de muchas idas y venidas, decidieron probar como pareja.

Aseguran que tomaron coraje y blanquearon su situación frente a sus familias. El padre de Marcelo reaccionó mal y desde entonces no le habla; su madre y los padres de Alejandro no sólo aceptaron la situación sino que aseguran que están de acuerdo, "porque los chicos se quieren y están bien".

Sólo unos pocos amigos conocen esta relación que por otra parte es secreta en los entornos laborales de ambos. Marcelo siempre supo que le atraían los de su mismo sexo pero sin embargo, como eran otras épocas, se casó a los 20 años pensando que eran cosas de la adolescencia que pasarían con el tiempo. Alejandro lo supo de manera más tímida, asegura, porque nunca se permitió pensarlo y descartó de plano, desde chico, la posibilidad de estar con un hombre. Sus matrimonios fracasaron por causas externas y ambos, en coincidencia, recién después decidieron dar riendas sueltas a sus sentimientos.

Se comunicaron por chat y por teléfono durante cinco meses (hace cuatro años) sin conocerse las caras; un día decidieron dar el paso anhelado y con todos los miedos de por medio, concertaron una cita. Desde entonces están juntos.

El hijo de Marcelo tiene trece años y el de Alejandro, siete. Marcelo ya blanqueó también la historia con su ex mujer, como un paso previo para hablar con su hijo. "Esto no será fácil pero es inevitable; tengo que contarle a mi hijo cual es mi situación y para eso necesito la ayuda de la madre, porque vive con ella, para que lo pueda contener". Están asistidos por un psicólogo, no por ellos, dicen, sino porque necesitan que los orienten para hablar primero con el adolescente.

La relación del hijo de Marcelo y Alejandro es muy buena, tanto como la del hijo de Alejandro con Marcelo. Para ambos, sus padres sólo son amigos. Los adultos de esta historia, están abocados a blanquear su situación frente a los menores pero todavía no saben cómo hacerlo. Más allá de esto, aseguran que son felices y que pudieron encontrarse con ellos mismos al asumir sus condiciones sexuales, de la que no reniegan.

Pero hay un dato curioso: a ninguno le gustaría que su hijo fuera gay, "pero sólo por una cosa: porque se sufre, y no me gustaría que mi hijo sufra".

"Qué bueno vivir para poder verlo"

"Qué bueno vivir para poder verlo"

Ernesto Sábato y la monja Ivonne Pierron buscaron, el 16 de junio de 2005, la forma en que podrían colaborar con los jóvenes. Se reunieron en un paraje misionero, un día de lluvia y de expectativas. Él vino para ayudarla y ella lo recibió con un “viejo testarudo, se vino nomás”.

 

Pueblo Presidente Illia, Misiones. A las 12.09 de un día de lluvia, Ernesto Sábato entró a un camino vecinal de Misiones, rojo, barroso, rodeado de plantas de té y pino Paraná, en el medio mismo de la provincia de Misiones. Detrás de cada trepada o frente a esos típicos bajadones de tierra entoscada, el maestro Sábato vio a decenas de alumnos caminado en medio de estas chacras, a la salida de la escuela y rumbo a sus casas ubicadas a tres, cinco, once kilómetros que se recorren indefectiblemente a pie.

Los niños saludaron a la caravana, casi por costumbre, mientras un hombre entusiasmado, con los ojos bien abiertos, desde atrás de un vidrio agitaba sus manos y mostraba su mejor sonrisa, emocionado.

A pocos kilómetros, una mujer enfundada en un guardapolvo de trabajo celeste esperaba la visita célebre y dedicaba, como siempre, un tiempo a los alumnos.

A pesar de la lluvia, había clima de algarabía y no era para menos: Ernesto Sábato estaba llegando y la monja Ivonne Pierron (la francesa que escapó de la muerte de la dictadura y dedicó más de 50 de sus 78 años a la causa social y a la defensa de los derechos humanos en la Argentina), lo esperaba.

Se saludaron con cariño y un abrazo fraternal cuando se vieron; ella le mostró con orgullo el Bachillerato Polivalente con Orientación Laboral 42 que lleva su nombre, Ivonne Pierrón, y él le dijo palabras en francés, que ella tradujo como "travesuras".

 

Dispuestos, sonrientes

Se prestaron a las fotos, se dejaron retratar juntos en infinidades de tomas sin perder la sonrisa y ubicándose como les indicaran. Sábato bromeó con su típica boina, caminó apoyado en Ivonne, leyó sin lentes las declaraciones de Huésped de Honor que le entregaron las municipalidades de Dos de Mayo y San Vicente y se dejó entrevistar, aunque su secretaria, Valeria González Fraga, respondió por él, porque le cuesta escuchar. La monjita se mantuvo a su lado y sostuvo su mano, todo el tiempo.

"Es muy importante esto, ¡qué lucha!", respondió el escritor cuando le preguntaron su opinión sobre la derogación –dos días antes de su visita a Pueblo Presidente Illia- de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, justo cuando se reúne con la hermana Pierrón, una luchadora de los derechos humanos y él, autor del libro “Nunca Más”, un informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), cuyo prólogo suscrito por Sábato, concluye: "Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el período que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Únicamente así podremos estar seguros de que ‘Nunca Más’ en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado".

 

Vino a ayudar

“¿Por qué esta visita a Misiones, Ernesto?”, preguntó el periodista y Valeria, respondió: "Ernesto estaba en un día triste, inmerso en una melancolía y le propuse ir a la Boca, a ver una película sobre la hermana Ivonne, cuando la vio se llenó de ánimos; le dolía las rodillas pero subió los tres pisos y cuando salimos, me dijo: ‘como sea, quiero trabajar con ella y colaborar con lo que hace; la quiero visitar’. Le advertí que es un camino difícil pero no le importó; quiso venir de todas maneras y acá estamos".

Ernesto Sábato tiene una fundación que lleva su nombre, desde la que impulsan dos proyectos: Fogones y Memorias de América. El primero nació como un programa educativo cultural pero ante la crisis, también sostiene comedores. Memorias de América "busca rendir homenaje a distintas formas de vivir, como la que ustedes tienen. Por ello, tenemos que buscar de qué manera colaborar ya que por estatuto y por el tipo de ayuda que nos dan, necesitaríamos tener un lugar físico, aunque sea un ranchito… ", explicaba su secretaria cuando Sábato la interrumpió, en alusión a las flamantes instalaciones de la escuela, un enorme edificio: "No es tan malo esto che… no es un ranchito", corrigió y provocó una carcajada general.

Sábato hoy (en 2006) tiene 95 años pero su vitalidad sorprende. No perdió el buen humor y se prestó a todo lo que le propusieron, aunque en un momento reclamó comer. Los alumnos habían preparado un guiso de arroz, que sirvieron en una mesa modesta, atendida por la propia Ivonne. Ese retrato del maestro en una mesa austera volvió a movilizar a los periodistas y Sábato nuevamente se prestó a las fotos, sonriendo, soltando picardías y miradas que se posaban sobre un público improvisado, a quienes les guiñaba un ojo.

La intensa lluvia que afecta a toda la provincia amainó unas horas en Pueblo Illia y cuando la visita ilustre llegó, el sol asomó por más de dos horas.

 

La estadía en Misiones

La comitiva que acompañó a Sábato durmió en el albergue del Bachillerato Polivalente 42 de Pueblo Illia, junto a los 33 alumnos que residen en el lugar, supervisados por la hermana Ivonne.

Al día siguiente Sábato visitó las Cataratas del Iguazú y regresó a Posadas a descansar dos días antes de participar, el 20 de junio, en el acto del Día de la Bandera que en 2005 se realizó sobre la ruta provincial 2, en la costa del río Uruguay, en la base del histórico Peñón de Mbororé.


"Era tiempo de que esto salga"

Sencilla pero consecuente con un discurso que mantiene a lo largo de los años, la monja francesa que se ocupa de los alumnos de un bachillerato rural en medio de Misiones y que escapó de la muerte durante la dictadura militar, donde sus dos compañeras no corrieron igual suerte, dijo que "esperaba" la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que ahora deja abierto el camino para juzgar a represores del gobierno militar de 1976 a 1983.

"Qué bueno vivir para poder verlo, pero me parece que era tiempo de que esto salga, y no me extraña, porque tomar un país como éste y dejarlo como lo dejaron, es increíble: el año pasado (2004) en Francia aprendí cosas que no sabía de mi Argentina, y eso que yo soy política, me gusta la política, leo sobre política. Nuestro país es ejemplo de un país destruido con la corrupción, que ahora sale y lucha ante un fanatismo diabólico como el de los que tomaron este país. Si el pueblo, hoy, entiende y apoya este cambio, pienso que vamos a llegar a salir, pero si el pueblo, fanatizado y corrupto, no apoya esto, lo vamos a pagar mucho más caro", sentenció.

Ivonne Pierrón se concentra cuando habla de cuestiones políticas y cuando le preguntan sobre la suerte que corrió al salvar su vida, cuando apresaron y mataron a sus compañeras francesas, responde con seguridad: "No era mi tiempo, pero de verdad; yo creo que cada uno tiene su función y su misión; yo pienso que las dos otras hermanas estaban listas y santas y por eso cayeron; a mí me faltaba mucho…, yo no era como ellas, me faltaba aprender lo que era la entrega total y creo que no era mi tiempo, a mí me faltaba esto (y señala la obra imponente de la escuela donde vive); esto fue una lucha tremenda con la ayuda de Diosito para lograr esto, que hasta lo quemaron en un momento, y ahora miren lo que tenemos; yo tuve que vivir para hacer esto…".

"Acá -dice la monja- estoy practicando el derecho humano", en medio de la chacra, ayudando a jóvenes que saben a quien tienen como guía y en quien confían. La "monjita" o la "hermana Ivonne", como la llaman sus alumnos, es madre, guía, compañera, amiga, educadora y, como si fuera poco, luchadora.

Esa tarde de lluvia, después de una merecida siesta, conversó con el amigo Sábato, con quien acordó cómo seguirían trabajando para ayudar a los jóvenes, "porque son el futuro", según un hombre de 94 años y una mujer de 77, incansables.

“Le pedimos permiso al río... y le pedimos perdón”

“Le pedimos permiso al río... y le pedimos perdón”
Los expedicionarios de El Agua Manda, la travesía que unirá en dos kayack el nacimiento del río Uruguay –unión de los ríos Canoas y Pelotas en Brasil-, con Puerto Madero -en Buenos Aires-, pasaron tres días en el Moconá. Navegarán más de dos mil kilómetros durante casi tres meses para decirle “No“ a las papeleras. Hermann Feldkamp y los hermanos Juan Martín y Andrés Rivas, en un diálogo a fondo con Línea Capital, en el medio de la selva.

Parque Provincial Moconá (provincia de Misiones, Argentina). Llueve con fuerza en este rincón de Misiones y el calor afloja un poquito, pero sólo será por un rato. El Cucho, Adrián y El Flaco Hermann dan vueltas alrededor de una mesa y acomodan algunas cosas que hace minutos sacaron de los kayack para que no se mojen.

Trabajan en silencio, concentrados, repasando vaya a saber qué tramo de este Río de los Pájaros que recorren desde hace quince días, mientras un mate que sigue la ronda se detiene en una de esas manos que reman a favor de la vida.

Cuando el agua azota con fuerza, amenazando con llover por varias jornadas, Diego, el guardaparque, tranquiliza los ánimos: “en un rato para”, pronostica con sabiduría mientras continúa con su rutina, alterada desde el día anterior con la llegada de los tres entrerrianos que bajan el río Uruguay desde su nacimiento, en Machadinho –a unos 500 kilómetros de Florianópolis, la capital del estado de Santa Catarina-, en el límite de los estados de Santa Catarina y Río Grande do Sul, con la premisa de llegar a Puerto Madero, en Buenos Aires, dos mil kilómetros más adelante.

En la tarde del domingo 15 de enero y después de unos 550 kilómetros a remo cubiertos en dos semanas, los aventureros de esta historia llegaron a la Argentina, donde los recibió una serie de correderas que comienzan en la misma confluencia de los ríos Uruguay y Pepirí Guazú, que serpentea entre la mata verde de la Selva Paranaense que lleva por nombre, de un lado, Reserva de Biosfera Yabotí y del otro, Parque Estadual do Turvo.

Estaban ansiosos y temerosos. Los últimos cinco kilómetros entre la entrada a la Argentina y los saltos del Moconá –vocablo guaraní: el que todo lo traga– está repletos de correderas y hay piedras externas por todos lados. Tensos, por la presencia desconocida del Moconá un poco más abajo, se largaron esquivando y chocando piedras, nerviosos, expectantes, concentrados, mientras que un lobito de río se dejó descubrir y nadó con ellos un tramo, hasta que un dorado hizo un par de piruetas fuera del agua y fue el turno de las mojarritas, que escoltaron a los kayack por varios metros más, acá, en medio de este santuario natural donde habita el yaguareté y el pombero, el personaje místico de los cuentos y leyenda de la selva misionera.

Un día después, descansan en el Parque Provincial Moconá, en Misiones, rodeados de jóvenes de todo el país que acampan en el lugar y que se maravillaron con esta historia. Preguntaron, se interiorizaron, se comprometieron y aseguraron que salían a difundir por donde los encuentre el destino, esta campaña que se realiza para decirle NO a las papeleras de Fray Bentos, Uruguay, pero desde la acción que implica salir a conocer el río en toda su extensión, a hermanarse con los pueblos que habitan sus costas y a recoger la voz de los que se mojan los pie a lo largo de toda la vida en este río maltratado que a su vez puede regalar los paisajes únicos que se descubren a su entrada al país, en torno a este obra magnífica de la naturaleza y detrás de cada curva, en su descenso hacia el Río de la Plata.

Las charlas con el río amenazado

-¿Cómo van esas charlas con el río?

-Tuvimos oportunidad de charlar y de escucharlo –irrumpió Adrián-. Tuvimos desde el comienzo una muy buena conexión con el río, que varias veces nos dio señales: desde el río calmo, un lago, a la salida, hasta la impresionante corredera que nos agarró un poco antes de la frontera con Argentina donde tumbó uno de los kayack... y a eso también lo entendimos como un mensaje del río, que te da señales constantes.

O que te presenta a los hermanos brasileños que nos recibieron y abrazaron de una manera increíble –completó Hermann-: eso también es parte del río y te da mucha fuerza para seguir.

Como toda la gente que se interesó por nuestra movida –agregó Cucho-, como los del MAVI que están resistiendo a una represa que quiere sitiar nuevamente al río... y bueno, ellos se interesaron en nosotros y nosotros en ellos.

-¿Qué vieron en Brasil durante esta bajada?

-Cucho: que el río es un caballo domado; está muy contaminado. Las aguas bajan turbias...

-Andrés: las dos represas del Uruguay produjeron un impacto muy importante. La de Machadinho, afectó muy mal al ambiente, no hay insectos; está toda la cadena alimenticia afectada; no hay pájaros..., el agua está estancada y se produjo un impacto social muy grande porque cuando la represa los indemnizó al inundarles las tierra, pusieron el dinero en el banco y como siempre sucede en estos países, hubo un problema económico de los que conocemos, y se descapitalizaron. Fue un fuerte impacto para ninguna regalía.

-Hermann: en la represa de Itá, en cambio, la gente está conforme y de acuerdo con la represa, porque les dio un estilo de vida bueno desde el punto de vista económico; reciben regalías, hay muchas obras, en esos casos es difícil que la gente se oponga a esas obras porque se ocuparon de darles tantas cosas que se vuelve difícil discernir...porque se repartió y se sigue repartiendo mucho dinero. De todas maneras, la gente que vivía y dependía del río no está conforme y perdieron todo, pero son minoría.

-Y el ambiente, ¿está bien o está muy comprometido?

-Andrés: mucho más abajo de la represa, el río retoma su forman natural; notamos que los morros hacia arriba de las represas está bastante intacto, a pesar que en algunos lugares el agua subió 130 metros y en otros, hasta 150 metros, pero la mata quedó intacta y cuando pasás la represa, agua abajo, los cerros están overos; hay un fuerte impacto por la cría de chanchos, por ejemplo, donde la mierda está, literalmente, en el agua.

-Hermann: los chanchos y el tabaco, un cultivo sumamente nocivo para la tierra y para el río; no hay una gran industria pero no se qué es peor, porque existe una serie innumerables de galones que si bien no son muy grandes, su sumatoria habla de un fuerte impacto en el ambiente.

- Cucho: se ven muchos pescadores que pescan con redes... a pesar de la veda, pero de todas maneras dicen que no tienen otra chance laboral porque el subsidio que les paga el Gobierno es bajísimo. En algunos lugares como en Chapecó hay una discusión muy fuerte entre reforestar con pino y eucalipto o con flora autóctona. El secretario de Ambiente de Chapecó quiere reforestar con autóctona pero la propuesta de las empresas es siempre el monocultivo intensivo de pino y eucalipto. Primero vinieron y plantaron grandes extensiones y ahora tiene la excusa para poner las papeleras: es irrisorio pensar que el estado les da crédito para esa industria pero no para otros emprendimientos productivos.

“Bienvenida sea esta aventura...”

Diego, otro Diego, no el guardaparques, está encantado con los relatos que escucha. Sus ojos siguen con atención todos los relatos desde hace un par de días. Va y viene con los expedicionarios cuando estos se meten a los trillos del fabuloso Parque Provincial Moconá para conocer la gruta, los gigantes de la selva misionera o los helechos arborescentes. Se prende en la ronda de mates, de cartas; escucha con tanta atención que su necesidad de aprender, sorprende. Es que el también emprendió una aventura cuando se largó desde Oberá, a dedo, a través de caminos de selva y obraje para llegar a los saltos y dormir a la vera del camino, en un alojamiento improvisado. Pero esto es otra cosa: la expedición que lleva por nombre El Agua Manda, que protagonizan los hermanos Juan Martín (Cucho) y Andrés Rivas y “el flaco” Hermann Feldkamp, si que es una aventura en serio, y cómo contagia.

Diego será esa noche el encargado de la cena, un guiso sustancioso y suculento para once, quizás quince seguidores que ya consiguió la expedición en este inhóspito lugar. Mientras tanto, la primera entrevista desde la entrada a la Argentina, no quiere terminar.

En la charla, Cucho, Andrés y El Flaco mencionarán varias veces la impresión que les causó el río represado allá donde nace el Uruguay; la decisión del amigo brasileño que tomó su embarcación y se largó aguas abajo, durante una semana, sumando las primeras manos que presagió Eduardo Galeano cuando los saludó ante la inminente partida: “En esas seis manos, muchas manos remarán. Bienvenida sea esta aventura. Que les vaya muy pero muy bien en esas charlas con el río amenazado. Mi abrazo, nuestro abrazo”, envió el escritor uruguayo -que volvería a ser leído-, seguro de las respuestas de los pobladores del río.

Contarán también, estos tres aventureros que hoy bajan el Uruguay en dos pequeñas embarcaciones y bronceadísimos de tantas horas expuestos al sol, que lo más complicado fue aprender a navegar en las correderas, desconocidas, en los botes que van muy cargados con el equipo de supervivencia que incluye una parrilla e incluía “una sartén de tamaño contundente que la perdimos en una corredera”.

El periodista que pregunta los ve cómodo, dispuestos, contentos. Están llevando adelante un sueño que imaginaron por muchos años y que nunca supieron bien de qué se iba a tratar. Aunque ahora, cuando el sueño ya está en marcha, la mirada ya está puesta en la próxima aventura.

Hubo respuestas fuertes y picardías, acá, en medio de lo más imponente de la selva misionera. Pero la charla parecía que recién comenzaba...

-¿Por qué estás haciendo esto, Cucho, porqué estás acá?

- (Silencio). Vi en esto una forma de manifestarme...; es un sentimiento que vengo acumulando desde hace muchos años... una necesidad de hacer algo grande para generar, contagiar. Un sentimiento que tal vez está escondido en el corazón de uno desde siempre..., esto de hacer el río a remo es una gloria para mi porque si bien siempre estuvimos cerca del río, navegando, ahora hay una acumulación de cosas que se fueron procesando por muchos años y se dio justo cuando Hermann y Andrés decidieron que yo forme parte de este grupo y me sumé con toda la fuerza y el espíritu que se puede poner para hacer esto.

-¿Qué pensás cuando remás? ¿Cómo son tus charlas íntimas con el río?

- (Otro silencio). Son muchas cosas las que se van generando; por ahí se va pensando en el próximo paso; en cómo piensa la gente, cómo vas conociendo de a poco la situación de la gente, la situación del río, una realidad que viene a mi y que nunca pensé que podía verla cara a cara.... Es darme cuenta que la gente piensa que no queda mucho por hacer pero cuando nos vieron a nosotros es como que eso los sacudió y se da cuenta que todavía hay mucho por hacer... y te acompañan...

-Y vos Andrés, ¿por qué estás hoy acá?

-Es un sueño de toda la vida recorrer el río, en mi caso particular hace un tiempo que lo vengo planeando, viendo los lugares y bueno..., se dio acá: pusimos fecha y largamos. Creo que hay que conocer el río, cuidarlo, con un profundo respeto tratar de alterarlo lo menos posible; hay que tratar que esa alteración sea lo menos posible. Creo que generamos un disparador de integración, para comenzar a conocer los problemas del río; si lo entendemos como un todo, más allá de la frontera, creo que ya comenzamos a cuidarlo, pero se necesitan acciones urgentes. A mi me moviliza la necesidad de hacer algo ya; estamos en un momento límite donde si no tomamos conciencia ya y hacemos algo ya y no emprendemos acciones, el río se nos muere en las manos y lo dejaremos morir en nombre de estos planes de desarrollo que atentan contra nuestras vida y contra la naturaleza.

-Y tus charlas íntimas, ¿cómo son?

-Muy íntimas. Soy, el del grupo, el que cada vez está más metido para adentro..., cuando llegamos a cualquier lugar ellos salen siempre, primero, a hablar con la gente; exteriorizan más pero yo me quedo un poco más encerrado, por un rato quizás. Todo esto es muy fuerte. En lo personal, hace un par de años estoy teniendo un vínculo, una conexión muy fuerte con el río, bastante fuerte; estoy viendo qué pasa y cada vez me gusta más vivir cerca del río que de la ciudad. Trato de interpretarlo, de saber cuales son sus signos; estuve toda la vida en el río y poder andar y escuchar a la gente que vive a lo largo del Uruguay..., (pausa) no te das una idea del significado que tiene para mi. Lo mío pasa por pedirle permiso y pedirle perdón..., por lo que estamos haciendo.

-Hermann, ¿por qué estás en esta expedición?

-Desde hace un par de años que quería hacer una expedición pero nos sabía dónde. Me sentí fuertemente conmovido con toda esta movida que surgió en Gualeguaychú a partir de las papeleras. Andrés fue uno de los que luchó desde el principio con este tema y en cierta forma sentí que era el momento y era el lugar, y era el río que me llamó a que sea este el río y este el momento, junto a los hermanos Rivas, estos compañeros increíbles. Yo estuve alejado de la lucha contra las papeleras al principio, pero sentí que el río me llamó y la forma de participar y colaborar era esta; estar acá..., pedirle permiso para pasar..., conocer a su gente..., a mis hermanos, a las personas que el río nos hermana porque vivimos en su costa.

-Y esas charlas íntimas, ese pedirle permiso, ¿cómo es?

-Voy muy atento, estoy muy pendiente de la próxima curva, nutriéndome de todo lo que me da pero el río; me tiene muy atento; empecé a leer el río, me marca el paso, me dice cómo y por dónde ir; lo aprendí a navegar en estos días, que nos permitió ir pasando... tengo una comunicación muy fuerte con el río..., lo voy leyendo.... yo...., esto... Todo esto me conmueve mucho...., y le doy para adelante.

“Ya cambió..., claro que cambió”

-Cucho, ¿este viajé te va a cambiar la vida o no es para tanto?

-Ya me cambió; esto recién comienza, restan muchísimos kilómetros para Buenos Aires pero seguramente se irá dando forma, dentro mío, “un algo” que todavía no se qué es pero que me marcará el camino a seguir.

-¿A vos Andrés?

-Esto a mime cambió hace cuatro meses cuando encaramos el viaje. Se que el cambio es profundo y espero que sea para bien, aunque eso no lo puedo saber... Sin dudas que ya cambió mucho... por adentro y por afuera.

-Hermann...

-Estos últimos 17 días de esta primera etapa a mi me cambió la vida; en mi caso, se que es para bien, porque me enseñó muchísimo y me permitió vivir una experiencia que nunca antes había vivido, al menos no de esta forma, con tanto compromiso, con tanta enseñanza. Claro que me cambió.

-¿Cómo es viajar con los hermanos Rivas, Hermann?

-Es sumamente agradable; esto es un equipo, se formó una amistad muy grande, un respeto impresionante; lo principal para que esta excursión esté funcionando como está funcionando es porque viajo con dos grande amigos, sin dudas.

-Andrés, ¿cómo viajás vos con tu hermano y con El Flaco?

-Muy bien; el éxito que tuvimos hasta ahora tiene que ver con lo que logramos con el grupo; una de las cosas más difíciles de manejar son las ansiedades, porque todos pasamos por esos momentos, pero son pequeños momentos de crisis que no hacen crisis en el grupo. Hasta ahora la pasamos muy bien, nos divertimos mucho y creo que eso es lo que pudimos contagiar hacia afuera, que se nota en la recepción que tenemos de la gente.

-Cucho...

-Se viaja muy bien; estamos poniendo una fuerza de voluntad increíble, mucho respeto, muchísima tolerancia; las cosas funcionan como esperábamos y con mucha amistad de por medio. Nos acabamos de marcar para toda la vidas, juntos.

-Supongo que también hay algunos miedos... ¿por dónde pasan los miedos, para ustedes?

-Andrés: Yo tengo muchos miedos pero desde que dimos la primera palada ya sabíamos que esto llega a buen puerto; teníamos mucho miedo con el tema de las correderas, cómo se comportarían los botes en las correderas; teníamos miedo a los insectos, a los animales, a las víboras pero por ahora fueron cosas que no nos detuvieron; tenía miedo de la recepción de la gente; yo le tenía mucho miedo al Moconá, lo llevamos con mucha prudencia y salió todo bien. Pero a partir de lo que pude ver, ahora tengo miedo por el río, está mal, muy amenazado y temo que sea peor.

-Hermann: yo tenía miedo del tipo de gente que podía vivir a la vera del río en Brasil, un lugar totalmente desconocido para mi; también tenía miedo a cómo se iba a comportar el río, pero todos esos miedos se fueron diluyendo en esta primera etapa.

-Cucho: en cuanto a la expedición, mi único miedo era al fracaso, pero agarramos una confianza impresionante como grupo y en lo personal también, porque no sabía cómo se iba a comportar el cuerpo, por ejemplo, y se está portando muy bien, más allá de algunos calambres o cosas pasajeras. Mi mayor miedo pasa por la vida del río. Nosotros estamos de paso pero el río tiene que seguir su curso natural, y el miedo es a lo que puede llegar a pasar.

-Y las emociones, ¿por dónde pasan en un viaje como este?

-Cucho: Por todos lados, todos los días, todo el tiempo. Es una emoción tras otra...

-Hermann: Yo me emociono mucho... todo lo que estoy contando me emociona y cuando me doy cuenta que me pasa a mi, me pone muy sensible y bueno..., estoy cada vez mas sensible con todo esto....

-Andrés: A uno lo emociona mucho las respuestas de la gente, tanto en Brasil como en nuestros pagos, todos los que reman con nosotros. Vivimos muchos momentos mágicos, místicos; por ahí pasamos una corredera y sentís que se te acelera el corazón, que liberás tensiones, que todo salió bien y se liberan tantas energías que termina en una emoción. Hubo amaneceres y atardeceres en el río que son muy especiales; cuando se forma una tormenta y descubrís los colores que se forman en el cielo es muy especial..., son todas cosas que te emocionan muchísimo. Ayer, al llegar al Moconá, fue impresionante: veníamos casi llegando y apareció un lobito de río que estaba navegando a nuestro lado, saltó un dorado al lado del kayack y te juro que nos dio la sensación de que hasta las mojarritas celebraban nuestras llegadas. ¿Ves cómo uno se pone sensible? (risas). Cuando salimos vimos una coral y después carpinchos; pero en todo el trayecto del río no vimos nada; entonces de repente, ver la naturaleza como está acá, es impresionante. La entrada del Uruguay a la Argentina es realmente majestuosa; acá no hay tabaco, está la mata, está protegida y no se ve el paisaje tétrico que producen las represas. La llegada fue emocionante, queríamos llegar y veníamos esquivando piedras... chocando piedras... muchísimas piedras, y de pronto, esa recepción de la naturaleza es impresionante... muchísima ansiedad... y ahí estaba la señal de que nos estaban esperando, la remera de El Agua Manda colgada en una caña, en el medio de este paraíso increíble.

El día después...

Cuando vieron la remera, culminó la primera etapa del viaje. Estaban ya en la Argentina. Disfrutaron del Parque Provincial Moconá y lo transpusieron primero por tierra, a través de la Reserva de Biósfera Yabotí, para ir a recibir el abrazo que los padres de Juan Martín y Andrés les trajeron hasta El Soberbio, donde esperaron ansiosos la llegada de los tres hijos pródigos que ya no parió Entre Ríos, sino todos y cada uno de los pueblos que mojan sus costas con el agua del Uruguay, el río manso y el río bravo, el Río de los Pájaros.

Llueve con fuerza en este rincón de Misiones y el calor afloja un poquito, pero sólo será por un rato. El Cucho, Adrián y El Flaco Hermann dan vueltas alrededor de una mesa y acomodan algunas cosas que hace minutos sacaron de los kayack para que no se mojen. Entre ellas, un libro que los acompaña en este viaje.

El periodista lo tomó con una sonrisa y abrió una de las primeras páginas, donde releyó un pasaje olvidado: “Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad)”.

Hay otras charlas y otros mates pendientes, por ahora después que lleguen a Puerto Maderos y el próximo..., por ahí, a la vuelta de algún recodo de otro río amenazado, cuando el agua mande.

Corrientes tiene payé

Corrientes tiene payé

Brillo y embrujo eterno de los Esteros del Iberá, el humedal que alberga leyendas centenarias en una de las áreas biológicas más destacadas del país.

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Colonia Carlos Pellegrini, Corrientes. Bien bajita sonaba la música en una de estas calles de arena, "... donde la noche poriajú no tiene penas, porque se enciende un chamamé en cada estrella, Pueblero de Allá Ité...", desde un ranchito de barro, prolijo, pintado de blanco con cal.

La Colonia Carlos Pellegrini, acá en el medio de la provincia de Corrientes, rodeada de esteros y lagunas es un pintoresco poblado de gente tranquila, niños jugando en las calles y vecinos de a caballos, donde el saludo no se le niega a nadie, cabeceo mediante y con un arrastrado "bien, gracias a Dios. Y ´usté´?", como respuesta inmediata.

La mayoría de estas calles de arena terminan en la laguna Iberá, la segunda en extensión del humedal, donde viven también las especies en vías de extinción, como el perseguido aguará guazú (del guaraní: zorro grande), el venado de las pampas, el ciervo de los pantanos y el lobito de río (los cuatro, monumentos naturales provinciales), junto a infinidades de yacarés y tortugas; cigüeñas, garzas, caraos, gallaretas, patos; una avifauna de unas 300 especies en la que resalta el chajá y aguas adentro, tarariras, dorados, sábalos, bogas, rayas y el roedor más grande del mundo: el carpincho o capibara.

Los Esteros del Iberá y la Reserva Natural el Iberá, un amplio predio de entre trece mil y quince mil kilómetros cuadrados ocupa casi el quince por ciento de la superficie correntina. Es una de las áreas biológicas más importantes del país, donde posan sus ojos también varios científicos de todo el mundo, interesados en su riquísima biodiversidad que hoy convive en armonía con el ser humano.

Desde 1983, el área está protegida por una ley provincial, que creó la Reserva Natural sobre esta depresión geológica que más de un millón de hectáreas, que forma el enorme sistema de humedales con distintas variedad de especies vegetales y animales que cruza en diagonal a la provincia.

Este lugar único como refugio de vida silvestre es una de las reservas de agua dulce más importante del continente. En tamaño, los Esteros del Iberá son el segundo humedal de Sudamérica y uno de los más importantes del mundo; a su vez, es el área protegida más grande de la Argentina. Acá, la laguna Iberá es el epicentro de la Reserva.

La argentina criolla

Pan casero hecho con grasa, chipas de almidón de mandioca, mbaipï o kibebe, carne asada con cuero y a la estaca y una variedad de ensaladas con productos de la región son algunas de las ofertas para un almuerzo o cena a orillas de la laguna. Hombres y mujeres de todas las edades, en alpargatas azules y bombachas de campo son los encargados de rescatar la historia de la región, de servir la mesa y de responder a cada pregunta mientras el visitante curioso se deja llevar por el misterio que tiene este lugar, el embrujo natural del famoso "payé", que toma formas en las misteriosas siesta o en las inigualables noches de luna.

Hombres de campo, de hablar sencillo y disposición para el trabajo, los habitantes de la región van mostrando el último pantallazo de la argentina gauchesca, orgullosa de sus raíces matizada con cientos de palabras de la cultura guaraní, la voz casi oficial dentro de los esteros.

Las leyendas y misterio de la cultura guaraní predominan en estas tierras. Acá hay una energía especial que se extiende por estos campos y se cruza, cada tanto, con la fuerte raigambre católica cuya práctica termina en atractivo. Las capillas sencillas pero bien regionales demuestran la fe que profesa una población creyente, que se hace lugar también para sus guías y santos populares, que hablan el mismo idioma, como el Gauchito Gil o San la Muerte, entre tantos otros.

De los esteros, donde las leyendas toman forma y se reproducen en relatos que se pasan de padres a hijos, casi siempre en las fiestas familiares, saben que nacen cerca de la localidad de Ituzaingó, en proximidades de la ruta nacional 12 y que atraviesa en forma transversal, hacia el sureste, para desaguar a través del río Corriente.

Antes, un verdadero laberinto de riachos, lagunas, esteros y embalsados forman esta inmensa planicie verde donde las aguas siempre brillan. Quizás por eso tomó su nombre en guaraní: Iberá, aguas que brillan.

Este paraíso fue, por años, un lugar de caza furtiva de animales silvestres para vender sus pieles: así lograron acabar ya con el yaguareté, del que no quedan siquiera sus huesos, y presionaron sobre las poblaciones de lobitos de río, nutrias, carpinchos, yacarés y boas, que de casualidad lograron sobrevivir.

La mayoría de esos cazadores fueron convertido en guardafaunas, después de un intenso trabajo de reeducación y son ellos, hoy, los encargados de velar por la continuidad de los habitantes de este santuario natural.

Flotar en el paraíso

Máximo apagó el motor del bote y con la ayuda de un flotador, una larga tacuara, comenzó a movilizar con maestría a la embarcación, entre las plantas flotantes donde se destaca la flor del irupé. El silencio está ocupado en esta laguna sin orilla por el canto de cientos de aves que juegan entre los camalotes y las islas flotantes -embalsados- que van enmarañando este ya complicado laberinto; el sol pega de costado y resalta los miles de colores que se conjugan en medio de la laguna, justo cuando aparece a la vista de un grupo de turistas -que ni siquiera respira-, una ciervita de los pantanos que se deja fotografiar de frente, a menos de diez metros de la embarcación, mientras también observa con curiosidad a quienes la miran, excitados.

Después de un par de minutos que se mantuvo firme, expectante, demostró su confianza en las personas y les dio la espalda, para seguir pastando. "Es una hembrita joven...", explicó Máximo, el lanchero, antes de indicar hacia un costado, con el dedo extendido, señalando a un enorme yacaré que tomaba sol sin molestarse por la presencia de una cría de carpincho que olfateaba el aire con un pájaro posado sobre el lomo. Este es "el mejor ejemplo de convivencia que se puede dar acá", disparó el lugareño, desbordado de orgullo en medio de su querido Iberá.

Corrientes tiene payé

Durante la cena, en cualquiera de las posadas de la Colonia Carlos Pellegrini, la sobremesa será el momento para repasar las anécdotas y las impresiones de de una tarde increíble, donde la puesta de sol impactante aún brilla en la retina. En los breves silencios, el chamamecito siempre suena bajito "... nunca vayas a olvidar, que un día a este cantor, le has dicho llena de amor, sin ti no me podré hallar. Por eso quiero saber, si existe en tu pensamiento aquel puro sentimiento que me supiste tener...".

Y en la quietud de la noche, los relatos sobre los personajes de las leyendas de la zona se confunden con historias verdaderas, porque depende de quien las cuente, los fenómenos extraños, las luces misteriosas y lejanas y la presencia invisible de alguien que respira a tu lado son moneda corriente, y ellos, los protagonistas indiscutidos.

El folclore de la región supera a la música y los santos profanos están acá para proteger a quien se quiera encomendar a sus cuidados o conocer sus increíbles historias que siempre terminan recordando al Gauchito o a Santa Liberada, la que ampara a los prófugos de la justicia, sin muchas preguntas.

En la inmensidad de la noche, es probable que el pombero ronde las casas de paredes de barro, buscando caña y tabaco que los lugareños le dejan como muestra de cortesía y convivencia, y como trueque de protección. A pocos metros, acá cerquita, donde el agua brilla ahora por el reflejo de la luna como brilló durante el día por el reflejo de sol, hay islas que se mueven en forma constante empujadas por el viento, acá en el medio de la provincia, donde también crece el espinillo, un árbol de flores muy perfumadas, todo sobre un antiguo cauce y el lecho del río Paraná, hoy convertidos en una eficiente represa natural reguladora de agua.

Al cruzar el patio, del comedor a los cuartos, un lugareños silva y tararea el último chamamé de la jornada, el que define a este lugar... "... que lo digan los fantasmas, que el paisano llama infiel: el mboi tatá y el pombero, y aquel yasí yateré, cuyo silbo legendario, pareciéranos traer, un eco añejo que dice: ¡Corrientes tiene payé!".

Los humedales

Los humedales comprenden a una extensa variedad de ambientes donde el agua es el elemento común pero además, es el que determina la estructura y la función de la biodiversidad que habita en el lugar.

Esos complejos sistemas reciben agua de distintas manera pero en el Iberá, sólo son de las lluvias, ya que el agua subterránea ni ríos ni arroyos desaguan en sus lagunas. El Iberá se regula sólo, liberando agua a través del río Corriente.

Según los especialistas, "los humedales sustentan una importante diversidad biológica y en muchos casos constituyen hábitat críticos para especies que se encuentran amenazadas de extinción. Así mismo, dada su alta productividad, pueden albergar poblaciones de animales muy numerosas. Muchas especies están asociadas a los humedales ya sea en una etapa de su ciclo de vida, para nidificar, descansar o alimentarse", explica el técnico en Gestión Ambiental, Cristian Frers.

Las lagunas más importantes del sistema del Iberá son siete: Luna, con una superficie de 78 kilómetros cuadrados; Iberá, de 53 km2; Fernández, de 39,5 km2; Trim, de 21,4 km2; Disparo, de 18 km2; Medina, de 17,1 km2 y Galarza, de 15,5 km2.

 

“Mi pincel tiene hilos y punta de acero”

“Mi pincel tiene hilos y punta de acero” Lidia klein es una reconocida artesana de Puerto Rico. Se dedica a bordar en sus tiempos libres, desde hace 18 años. Ganó premios internacionales, tres años consecutivos.

Por Diego Gómez
Durante el día su atelier es algo poco convencional. Un negocio de venta de repuestos de vehículos aloja a Lidia, sus hilos, sus bastidores y sus ideas. Esas mismas manos de artista, con las que a través de las puntadas aprendió a lo largo de su vida a reflejar el mundo, su mundo, también las utiliza para atender a los clientes que, a cada rato y por suerte, ingresan al local, interrumpiendo la inspiración motivada por su gran pasión: bordar.
“Aprendí a bordar a los cinco años, cuando mi mamá nos enseñaba a enhebrar la primera aguja”, recuerda el tiempo pasado con nostalgia y asombro. A fin de cuentas, durante casi toda su vida se vio acompañada por finas líneas de diversos colores, “después viendo, probando, mirando revistas, empezando a dibujar, haciendo los diseños, una va aprendiendo, inventando; va creando…”
Lidia se considera artesana por el simple y a la vez complicado motivo de ser ella la creadora de todos sus diseños y hasta algunos puntos. Sabe jugar con su herramienta de expresión, sabe mezclar ideas y técnica. “El artesano es artesano porque crea, porque si no sería copiar de otro que ya creó; eso también es honestidad con uno mismo”, replica poniendo en práctica y tratando de demostrar los códigos impuestos en el ambiente del que forma parte y que la reconoce. “Gané dos años seguidos el segundo premio y después este año el primero”, comenta más que orgullosa, y para dar fe de lo expuesto en sus palabras, abre uno de los cajones del escritorio sobre el que está apoyada y entre un sin fin de papeles y revistas de bordado, saca a relucir sus diplomas de honor. No es para menos. Durante tres años seguidos obtuvo esos diferentes reconocimientos (en el rubro textil) en la Exposición Internacional de Artesanos, organizada por Fundart en la ciudad de Córdoba (sede Iberoamericana), durante cada Semana Santa.

Apasionada
“El premio sólo es un reconocimiento, pero te da muchas posibilidades de exponer en otros lugares del mundo. Esto también se hace en España y en otros países, aunque los costos para exponer son caros. Cada artesano, que no tiene otro medio más que su trabajo, se ve limitado en lo que puede llegar a hacer en el exterior…”, argumenta y se incluye dentro de esta generalidad.
Su hobby también demanda sacrificios, pero Lidia está convencida de transitarlos, siempre con el objetivo de continuar y sobre todo de mejorar. “Yo, para salir a concursar, tengo que dejar lo que me da de comer (la repuestería). Opté entonces por tomarme esos quince días que duran las ferias como vacaciones. No podés dejar el trabajo sabiendo que lo que hacés no alcanza siquiera para cubrir tus gastos”, afirmó.
Lidia conoce y es conciente de la realidad. Sabe que tiene a cargo una familia que la apoya en sus emprendimientos personales, como también responsabilidades que cumplir. Por eso, sabe también utilizar este arte como punto de fuga o válvula de escape a los problemas cotidianos; “sin embargo hay días en que estás decaída o poco inspirada y ni siquiera podés lograr los colores, igual que el pintor que algunas veces deja una tela para seguirla después; esto es igual, mi pincel tiene hilos y punta de acero”.
A los 60 años, esta artista local expuso entre líneas que recién comenzó, y que el conocimiento y la innovación son sus motores fundamentales, capaces de superar los dolores de las malas posturas durante horas de bordado, imposibles de recuperar ni siquiera con el costo de sus creaciones.
El artista siempre se ve motivado por una pasión, su fuera creadora y un espíritu particular, pero su característica fundamental es querer compartir con sus pares su forma onírica de ver el mundo: “lo que vos creás es una expresión del alma”.

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Correo electrónico: klbordados@yahoo.com.ar
Teléfono 03743- 420407 / 320. Dirección: Padre Lassberg 281 (3334) Puerto Rico, Misiones.

¡¡¡Feliz Primavera!!!

¡¡¡Feliz Primavera!!! El 21 de septiembre comienza la primavera en el hemisferio sur. Y es, además, el Día de la Primavera, fecha en que también se celebra el Día del Estudiante, del Economista Católico, de los Artistas Plásticos, del Fotógrafo, del Perfumista y del Trabajador de la Sanidad Argentina, entre otros.
Contexto saluda a todos los que hoy celebran su Día, con dos menciones especiales: a los estudiantes y a los fotógrafos: a los reporteros gráficos, de El Territorio, cuyas fotografías suelen ilustrar las notas de la edición en papel de esta publicación, y a Horacio Baumgratz, Miguel Vera y Claudio Sosa, cuyos trabajos ilustraron la revista.
Feliz Día de la Primavera para todos.