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Revista Contexto

Los gay descorren el telón

Los gay descorren el telón A pesar de la discriminación y los miedos, algunos empiezan a blanquear su situación frente a los amigos y la familia y con ello logran distenderse. Las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo son una realidad. En Misiones se animan a exponerse más que en otros tiempos. Hoy forman parte de la sociedad visible y van logrando convivir en armonía con el resto, venciendo a los prejuicios que se mantienen vigentes.

 

Posadas. Gay significa divertido y así es como se definen los chicos que gustan... de otros chicos, aunque para muchos, todavía, hay algunos puntos, como la discriminación, que no les permite que la vida sea totalmente color de rosas.

Distendidos, jocosos y bien dispuestos, hablaron con Domingos de Revista para contar la experiencia de "ser gay en Misiones, sin morir en el intento". Ahí están, a la vista de todos, tan presentes y tan expuestos que hasta pasan desapercibidos. Son profesionales, estudiantes, trabajadores, desocupados. No pertenecen a una clase social en particular ni conforman comunidades aunque, claro está, el signo de pertenencia es fuerte y por lo tanto, los grupos primarios de amistades se arman entre pares.

Se toman en sorna la terminología popular que los define. "Somos todo eso y mucho más -desafían-. Mientras los prejuiciosos cargan de significados peyorativos a las palabras, nosotros las utilizamos con la acepción que pretende definir algo: si, somos putos, y eso no tiene nada de malo ni nos molesta que nos definan por ello". De todas maneras, la jerga que manejan está cargada de resignificaciones: desde "tener onda" para decir que son gay, u otras definiciones con un toque de humor, como "locas" para autodefinirse, o "portar plumas", para referirse a los que son evidentes o afeminados, en este caso, haciendo propio un ícono del mundo de las vedettes.

Se estima que entre el diez y el once por ciento de la población mundial es homosexual o bisexual y los mismos porcentajes se proyectan a regiones o ciudades, aunque no todos asumen y mucho menos hacen pública su condición, ya que porcentajes muy bajos de estas cantidades son los que "salen del placard" y viven "en libertad".

En Misiones en general y en Posadas en particular, los gay empiezan a destaparse tímidamente, más allá de casos muy particulares donde hacen una vida pública sin ningún tipo de tapujos. De todas maneras, la discriminación por un lado y el miedo al rechazo, por otro, todavía no les permite, a la mayoría, una vida totalmente abierta. En este sentido aclaran que vivir de frente a su condición "no significa salir a mariconear, o hacer ostentación" de su condición sino, solamente, "no tener que vivir ocultando un estilo de vida como si fuera un pecado". Ser gay es una condición, "que te toca o que elegís y por lo tanto, merece tanto respeto como cualquier estilo de vida que no provoque daños a nadie".

Divertidos y chicaneros, son capaces de reirse de ellos mismos para demostrar que es un tema superado, a pesar de los recaudos que toman para preservar su identidad: "¿No vas a poner los nombres en la nota, no? Mirá que nos desheredan o ya veo, el lunes en el laburo, a mi jefe diciendo: "¡viste, yo te dije que este era maraca! (risas)".

Los gay son una fracción de la sociedad y por lo tanto, existe gente de todo tipo. No están de acuerdo en que se los califique de tal o cual manera por la condición sexual: "no somos más o menos inteligentes, no nos producimos y no hacemos culto del físico más que lo que puede hacer cualquier otro varón; en realidad esos son mitos. Pero hay de todo, quizás siempre se relaciona a un gay con ser detallista o porque se mata en el gimnasio, pero también hay chicos héteros que hacen lo mismo pero es como todo, para ellos siempre está todo bien, nadie los pone bajo la lupa, pero cualquier cosa que haga uno de nosotros se transforma en un ícono gay".

Es así. Existen íconos gay (nada es absoluto) que se fusionan con las costumbres generales: las remeras ajustadas, o sin mangas, por lo general de color negra; determinadas marcas de ropa; zandalias negras de cuero, mochilas cruzadas de neopren, entre otros tantos, que terminan siendo una moda para todos los varones. La moda gay, sobre todo en vestimenta, es totalmente dinámica y por lo general, marca tendencias que en poco tiempo se popularizan.

"No, no tenemos lugares y si hubiera, pocos irían". Una ciudad como Posadas no tiene lugares públicos para gay, salvo un par de pubs que si bien son para todo el mundo, son frecuentados por los grupos más desprejuiciados, aunque sin ostentaciones. Corrientes, por citar un ejemplo, tiene dos boliches para gay a los que también van parejas héteros y donde la convivencia es óptima.

En definitiva, cuando superan la instancia de los prejuicios o los miedos, aseguran que la vida que llevan es divertida, sobre todo a partir de situaciones que deben pilotear. Hay una gran mayoría que vive en forma normal, tan expuestos y tan relajados, que al final, pasan desapercibidos y logran lo que tanto anhelan: ser uno más, siendo diferente.

 

 

 

"Tapados", pero no tanto

 

Los gay de hoy viven más sueltos en Posadas. Aseguran que hubo una apertura muy importante en los últimos tiempos y que las generaciones que vienen tienen cada vez menos resistencia social y familiar. "Hoy en día hay más gente a la que no le importa tu condición y se puede convivir con total libertad, siempre y cuando vos mismo estés dispuesto a superar tus propios prejuicios; pero todo es parte de un proceso que empieza, primero, por asumir vos tu condición para que después el resto te pueda aceptar", coinciden las voces.

Dicen, en la mayoría de los casos, que la primera aceptación se da en el grupo de amigos, después en el plano familiar y finalmente, en el ámbito laboral. De los casos consultados para esta nota, unas quince personas de entre 20 y 40 años de edad que hablaron siempre tanto de experiencias propias como de sus conocidos, aseguraron que no esconden su situación, pero tampoco salen a hablar de ella. "El que quiere entender, entiende. No es muy difícil porque más allá de aquellos que son evidentes, el resto no tenemos novia, no nos casamos (o son separados) y siempre tenemos "un amigo" muy cercano y bueno..., la gente no es tonta, aunque muchas veces no digan nada".

Para seguir el hilo de la nota, es interesante conocer algunos detalles: nada es absoluto y las explicaciones sólo apuntan a poner el marco de referencia: dicen, con o sin sustento científico, que homosexual es aquel que "padece" su situación, que no la acepta, que reniega de ella, en contraposición con el gay que no sólo la asume sino que vive como tal, y la disfruta. En ninguno de los casos se habla de travestis ni de transexuales, como tampoco de aquellos que siendo varones, se sienten mujeres, o a la inversa. Se habla en esta nota de los gay, entendiendo que no reniegan de su sexo, que les gusta ser lo que son ("soy hombre, me gusta ser hombre pero me gustan los hombres") y que se sienten atraídos por sus pares, más allá de que les resulte facil o difícil asumir esa situación.

De todas maneras hay dos posiciones muy marcadas, diferentes, entre los gay de Misiones, con un tono gris intermedio: los que tienen terror de que se conozca su situación, los que no les importa nada y los terceros, que si bien no exponen en forma explícita sus preferencias, aseguran que tampoco la ocultan.

Los primeros son los "tapados". Por lo general se reprimen o viven su vida sexual fuera de sus ámbitos cotidianos. Preservan a ultranza su vida privada y hasta pueden casarse o tener novias para cumplir con el mandato social y no alertar a su entorno. Los otros dicen que están jugados, que les importa poco o nada lo que pueda decir la gente y que viven de la manera en que mejor les parece. Los terceros, quizás sean mayoría, aceptan las reglas sociales como tales pero hacen la suya, sin provocaciones y ponen los límites: "no tenemos necesidad de andar diciendo qué nos gusta, pero tampoco ocultarlo como si fuera un secreto". En ese caso, el entorno inmediato casi siempre conoce la situación, ya sean amigos, familiares o compañeros de trabajo. Respetan las reglas de juego pero no permiten que les falten el respeto a su elección de vida.

 

 

La discriminación y el entorno

 

Si bien admiten que en los últimos tiempos existe una apertura mucho mayor de la sociedad hacia los gay, sobre todo en las ciudades grandes y progresistas, aseguran que la discriminación todavía existe y que en algunos casos, hace mucho daño.

Los jóvenes son los más abiertos y cuanto más alto es el nivel cultural de las personas, menos discriminación existe. "No hay que perder de vista, de todas maneras, un detalle importante: es más fácil ser gay en Buenos Aires que en Misiones; como tampoco es lo mismo ser gay en Posadas que en una ciudad del interior porque cuando más chico es el lugar, la presión que existe es mayor, porque todos se conocen y quizás lo único que rescatan es tu condición sexual, desde una visión negativa, y no tu condición humana, a pesar que tienen muchos elementos cercanos para reconocerte otras cualidades y no agarrarse de tus preferencias para destruirte, porque ellos decidieron que lo que vos hacés está mal. Este es todo un tema pero bueno..., creo que pasa por cada uno y puede estar demostrando los propios miedos del que discrimina, su gran inseguridad".

Pero también admiten que ellos mismos, como grupo, muchas veces son los responsables del rechazo: "están los escandalosos que no saben respetar, que están dando espectáculos por todos lados y eso genera reacciones, a mucha gente le molesta; a nosotros, que somos gay, nos molesta porque desgraciadamente sólo eso rescatará el resto y es la única imagen que algunos desparraman en representación de todos. Quizás la gente no sepa o no quiera saber que todos los gay no somos así y se quedan con esa imagen".

Otros, en cambio, tienen tanto miedo a la discriminación que llegan a vivir sólo para las apariencias. "En realidad es todo una gran hipocresía; tenemos que mentir, esconder nuestra vida; podemos ser tan hipócrita como el hétero que se casa y tiene mujeres por todos lados, pero en ese caso la sociedad lo premia, por machazo; ese si es un banana pero a nosotros siempre nos califican con sentido peyorativo".

 

Temor al rechazo

El mayor temor, para los que esconden su vida, pasa siempre por el rechazo. Algunos temen perder sus trabajos y otros, no insertarse en los ámbitos comunes, justamente por la discriminación que sienten. Los que superaron los miedos aseguran que se dedican a disfrutar lo que les pasa. "Con esta historia no le jodemos a nadie; hacemos la nuestra, estamos integrados pero a otros les resulta difícil vivir como gay; muchos de nosotros logramos el respeto como seres humanos y creo que la gente está entendiendo que esto es una cuestión de gustos o de sentimientos y eso, no resiste ningún análisis; de todas maneras quedan muchos que piensan que esto es una perversión, pero ya no es un problema nuestro sino del que piensa así".

Con el paso de los años, los gay se relajan. Durante la adolescencia, cuando descubren su situación, casi todos piensan que son los únicos, que están solos y tratan de esconderse, sobre todo porque temen ser rechazados. Algunos primero "blanquean" su situación entre los amigos y otros, en la familia. Para esto no hay reglas. La gran mayoría admite que los miedos son mayores al principio pero con el tiempo  "te distendés". Contarle a la familia es el paso más difícil, pero dicen que al final, todos entienden.

"Tus viejos son tus viejos, y aunque no les digas nada, ellos saben, aunque muchas veces no quieran admitirlo. Si vas de frente, si agarrás coraje y le contás, siempre que sea una necesidad, lo más probable es que al principio se resistan pero al final entienden que no se trata de nada raro y te bancan, te dan la contención que necesitás, están con vos". De todas maneras no siempre pasa esto, aunque las excepciones son las menos de las veces.

Hay casos en que algunos tomaron distancia de sus familias porque no se animaron a hablar o porque el rechazo fue muy fuerte. "Tu viejo tiene que entender que es algo que te pasa o que elegiste, que no vas a cambiar, ¡que no te vas a curar! (risas), que esa será tu vida y que así serás feliz y les guste o no les guste, es así. Cuando hablás, casi siempre primero viene el escándalo familiar porque el nene es gay pero al final lo entienden; los que se vuelven locos son aquellos que viven de apariencias".

 

"Blanquear te alivia"

Pero lo cierto es que cuando "el rarito" blanquea su situación, siente alivio. Dicen que los amigos son los que mejor entienden, aunque no siempre compartan. "Los que se borran cuando le contás, no son amigos, pero se dan muy pocos casos".

Y en el trabajo pasa algo similar. "Por lo general no preguntan, pero como siempre aparecés a los asados o a las reuniones de fin de año con "tu amigo", creo que se acostumbran y si un día vas solo, enseguida te preguntan: "ché, ¿y fulano por qué no vino?" Es una forma de aceptarte sin pedirte explicaciones porque en el fondo están sabiendo. Claro, vos tenés que bancarte que siempre que se hable de los gay sea en forma despectiva, pero esas son las reglas de juego, así funciona el mundo".

Para las mujeres es más fácil porque pasan más desapercibidas, aunque esto no quiere decir que estén excentas de las presiones o las mismas reacciones que sufren los varones. A pocos les llama la atención que dos mujeres vivan juntas, cuando conforman una pareja, y pueden hacer el papel de dos amigas que sólo comparten un hogar.

 

 

Una historia de esas...

 

Marcelo (34 años) y Alejandro (32) viven juntos desde hace cuatro años; ambos son casados y separados y cada uno tiene un hijo, varón, fruto de sus matrimonios. Se conocieron en un chat y después de muchas idas y venidas, decidieron probar como pareja.

Aseguran que tomaron coraje y blanquearon su situación frente a sus familias. El padre de Marcelo reaccionó mal y desde entonces no le habla; su madre y los padres de Alejandro no sólo aceptaron la situación sino que aseguran que están de acuerdo, "porque los chicos se quieren y están bien".

Sólo unos pocos amigos conocen esta relación que por otra parte es secreta en los entornos laborales de ambos. Marcelo siempre supo que le atraían los de su mismo sexo pero sin embargo, como eran otras épocas, se casó a los 20 años pensando que eran cosas de la adolescencia que pasarían con el tiempo. Alejandro lo supo de manera más tímida, asegura, porque nunca se permitió pensarlo y descartó de plano, desde chico, la posibilidad de estar con un hombre. Sus matrimonios fracasaron por causas externas y ambos, en coincidencia, recién después decidieron dar riendas sueltas a sus sentimientos.

Se comunicaron por chat y por teléfono durante cinco meses (hace cuatro años) sin conocerse las caras; un día decidieron dar el paso anhelado y con todos los miedos de por medio, concertaron una cita. Desde entonces están juntos.

El hijo de Marcelo tiene trece años y el de Alejandro, siete. Marcelo ya blanqueó también la historia con su ex mujer, como un paso previo para hablar con su hijo. "Esto no será fácil pero es inevitable; tengo que contarle a mi hijo cual es mi situación y para eso necesito la ayuda de la madre, porque vive con ella, para que lo pueda contener". Están asistidos por un psicólogo, no por ellos, dicen, sino porque necesitan que los orienten para hablar primero con el adolescente.

La relación del hijo de Marcelo y Alejandro es muy buena, tanto como la del hijo de Alejandro con Marcelo. Para ambos, sus padres sólo son amigos. Los adultos de esta historia, están abocados a blanquear su situación frente a los menores pero todavía no saben cómo hacerlo. Más allá de esto, aseguran que son felices y que pudieron encontrarse con ellos mismos al asumir sus condiciones sexuales, de la que no reniegan.

Pero hay un dato curioso: a ninguno le gustaría que su hijo fuera gay, "pero sólo por una cosa: porque se sufre, y no me gustaría que mi hijo sufra".

1 comentario

odin -

yo soy igual que ellos y concidero que todos tenemos derecho a ser felices no importa al lado de quien lo seamos.