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Revista Contexto

Por fin juntos, después de 30 años

Por fin juntos, después de 30 años Marie France y Rodolfo eligieron Misiones para vivir la historia de amor

Ella es de francia y él, de Buenos Aires. Se conocieron hace 40 años pero estuvieron separados más de tres décadas. Cuando ella creyó morir, emprendió su búsqueda a través de internet y lo encontró. En medio de tanto amor, creyeron que Misiones era el mejor lugar para vivir, y acá están

Posadas. Marie France y Rodolfo son los protagonistas de una historia de amor que comenzó hace casi cuarenta años, en Buenos Aires, cuando ella llegó a la Argentina con sólo quince años, desde su Francia natal y junto a sus padres que vinieron por trabajo. El, con sus 18 años de edad, había organizado con unos amigos un ateneo en la famosa Escuela Panamericana de Arte. Y ahí se vieron por primera vez.
Después de las idas y venidas, la vida siguió su curso y los mantuvo perdidos por más de treinta años, aunque ambos aseguran que nunca dejaron de pensar en el otro. Ella en Francia y él en Argentina. Ambos con sus matrimonios y sus hijos, con sus realidades, con sus historias y con un amor perdido en el que, a final de cuentas, pusieron toda su expectativa y nunca lo dejaron partir, con la esperanza intacta.
“Me emociona mucho recordar esto…”, dice Marie France mientras se seca un par de lágrimas, las únicas que aparecieron mientras repasaba toda su historia, sentada en la galería de una casa de campo en Apóstoles, una noche calurosa de verano. A su lado, Rodolfo escucha con atención y cuando ella calla, embargada por la emoción, el retoma el relato. Juntos, acaban de contar una historia de amor, una historia de vida: la historia que les pertenece a ambos y que en Francia está publicada en un libro que cuenta otros relatos de amores y que le valió, por su particularidad, artículos en varias revistas de actualidad en aquel país.
Esta es la historia. Marie France con quince años y Rodolfo con 18 comenzaron un noviazgo en Buenos Aires, en 1966, con reticencia del padre y la complicidad de la madre de ella. Y se enamoraron.
La situación se complicó cuando la familia debió volver a Francia, pero arrancaron en secreto la promesa de Rodolfo de no interponer trabas para que ella regresara a su país natal. Marie France se quiso quedar y su padre se opuso: es que los jóvenes enamorados eran aun muy chicos. “Fue muy duro; yo volvía en tren hacia Constitución, llorando, era desesperante. Y para agregarle dramatismo, el padre había decidido volver en barco, así que ahí estábamos, como en las películas, despidiendo a mi amada, esperando que se alejara del puerto, lento…, triste…, dramático: era una despedida real”.
En aquellos años, la comunicación telefónica con Francia era a través de operadoras, que disponían de un turno para hablar: “te decían el día y la hora, no podías llamar vos cuando querías y el correo…, bueno, quizás era el mismo desastre que es hoy… (risas). Las cartas se perdían, se cruzaban, por ahí llegaban tres cartas juntas y otras no se recibían nunca”. En ese contexto trataron de mantener un amor a distancia. Mientras tanto, Rodolfo hizo el servicio militar y salió tan deprimido que sus padres le ofrecieron el viaje a Francia. Y hacia allá marchó.

El primer reencuentro
Corría el año 1970. Marie France todavía era menor y a su padre no le pareció oportuno aquel viaje. Pero Rodolfo llegó y trató de traerla consigo. Fue imposible. Cuando debió volver, lo hizo a través de Londres y Brasil, pero desde Londres decidió volver una vez más a París, a buscar a su amada, en un nuevo intento infructuoso. Pero el viaje sirvió para conseguir de ella y su familia, la promesa y el avala para que la jovencita lo visitara durante ese año, en Buenos Aires. Pero el viaje se vio frustrado por el casamiento repentino de uno de los hermanos de Marie France, que resintió la economía familiar.
“Yo traté de explicarle por carta, pero él se enojó, no entendió. Se puso como loco y la relación terminó. Traté de hacerle entender que yo estaba trabajando y juntando dinero para viajar, pero era menor de edad, no podía hacerlo sola y si eso fuera poco, se juntó todo: las cartas no llegaban, se cruzaban. Mi padre retenía algunas de ellas. La comunicación se cortó. En 1972, cuando tenía la edad para viajar, volví a llamar y hablé con el padre de Rodolfo, quien me dijo que la Argentina pasaba por una situación política complicada, que no era el momento. Pero yo quería venir y le pedí que le dijera a Rodolfo que se pusiera en contacto, que me llamara, pero nunca me llamó. En realidad, en ese momento Rodolfo estaba casado, tenía un hijo y su padre decidió no decirle nada”.
Entonces ambos hicieron su vida: se casaron y tuvieron hijos; ambos hablaron a sus parejas de aquel amor perdido y se aventuraron a decirles que si aparecía, ella o él, retomarían aquella relación trunca. Pero en 30 años nada sucedió.
Marie France pasó por dos matrimonios. Cuando finalizaba la década del 90, le detectaron una enfermedad terminal y eso la sacudió al punto que no se quiso morir sin saber qué había sido de la vida de Rodolfo. Usó los medios a su alcance: hizo un curso de computación para saber cómo manejarse en Internet, recorrió los directorios, armó listas, organizó cadenas de búsquedas, escribió a cuanto correo electrónico tuviera el nombre de Rodolfo y la suerte la cruzó con un joven chileno, con ese nombre, que decidió ayudarla conmovido por la historia, deseoso de que esa hubiera podido ser la historia de su padre.
El hermano de este joven vivía en Buenos Aires y se sumó a la búsqueda. Recorría las guías de teléfono y finalmente deciden comprar las guías interactivas, las de los CD. El chileno Rodolfo envió el contenido, millones de nombres, a través de Internet, a los que Marie France, muy risueña, cuenta que imprimía las listas, una tras otras, y las revisaba, con la ayuda de su hijo mayor, Guillaume. “Imaginate lo que es buscar en esas guías…, y yo las imprimía… (risas)”.

La llamada
Después de pasar por la guía de Capital Federal y de la provincia de Buenos Aires y de varias llamadas infructuosas, “creí encontrarlo. Tuve el teléfono varios días y no me animaba a hablar, pensaba si se acordaría, qué iba a pensar; lo peor sería que no se acuerde. Y llamé”. Rodolfo estaba solo en su casa de Buenos Aires, pensando en la separación que había acordado con su esposa para después del inminente casamiento de uno de sus hijos. El teléfono sonó. “Me dicen que buscaban a un viejo amigo. Yo la dejé hablar hasta que la interrumpí: si Marie France, soy yo”. Era octubre de 1999.
La historia siguió a través de Internet. En febrero de 2000, Marie France vino a la Argentina para reencontrarse con Rodolfo, consciente, como asegura, que su enfermedad terminal, que no fue tal, le salvó la vida.

El reencuentro
El aeropuerto de Ezeiza fue el lugar del reencuentro, más de treinta años después. El vuelo llegó con varias horas de retraso y como si fuera poco, la hicieron salir por otra puerta. Ella acomodó sus cosas y se dispuso a hablar por teléfono cuando alguien le apoya una mano en el hombre y dice: “como siempre, me hacés esperar”. Se dio vuelta y comprendió que el tiempo no había pasado.
Marie France Eloudy y Rodolfo Aníbal Landa viven en Apóstoles. Decidieron quedarse acá después que visitaron a un amigo que les propuso que se radicaran en la tierra colorada. Se enamoraron del lugar y por ahora no piensan en irse de Misiones.
El tiene dos hijos de su matrimonio, con quienes a partir de esta historia, no tiene buena relación; ella, tres hijos de dos matrimonios anteriores. Un libro en Francia cuenta su historia y un guión cinematográfico con los detalles de esta historia está en proceso.
Para ella, es una historia con final feliz. Para él, la historia en si misma “no tiene nada de lindo; nunca estuvimos satisfechos con nuestras relaciones y sin querer, lastimamos a mucha gente. Aún lastimamos a nuestros hijos y encima, como si fuera poco, no tenemos hijos en común; es una historia dura, con momentos críticos en el antes y en el después. En el momento de separarnos y de encontrarnos, es como que la vida te pega un cachetazo y te hace dar cuenta de todo lo que te pediste, y toda la gente que lastimaste, y yo siento responsabilidad con respecto a esto. Estamos haciendo lo que debimos hacer hace 30 años, pero con problemas de adultos, como mi separación, mis hijos”.
Ella se define como más positiva. “El piensa en lo que no fue, en el hijo que no tendremos nunca, en los 30 años que perdimos, en la vida que se va. Yo tengo otra mirada; agradezco a Dios y al destino que las cosas hayan sido posibles; cuando estaba enferma decía que no quiero morir sin saber… (a Marie France se le quiebra la voz). Estoy muy feliz de que haya pasado; valoro lo que tengo, muchísimo…. y esto me emociona mucho”. Hay lágrimas de felicidad en su rostro.

1 comentario

NiCo -

¡Qué hermosa historia!

Es absolutamente maravillosa. Digna de un Oscar en la vida real.

Inevitable es, para mí, recordar mi historia de hace un año y medio atrás; cuando decidí ir a Roma para conocer a una joven española que allí vivía por estudios y de la cual me había "enamorado" por internet.

Fueron las dos semanas más felices de mi vida, y eso que viví mis 25 años de la misma manera, animándome y haciendo todo lo que sentía.

Lamentablemente, luego de conocer a su familia (con quien entablé buena relación) nuestros caminos fueron divididos. Creo que nunca sabré por qué.

De igual manera, no puedo olvidar aquella relación a la cual todo aposté. Quién sabe, algún día, vuelva a saber de ella.

Espero que este mensaje sea leido por Marie y Rodolfo, y valoren aun más esta magia que han cultivado juntos para hoy disfrutar la cosecha.

NiCo =)