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Revista Contexto

Bodas de Oro de la Subprefectura local

Bodas de Oro de la Subprefectura local Pasaron cincuenta años: dicen que el monstruo Paranaíto no existió sino que eran lobitos de río. Y que en 1996 los productores de mandioca descubrieron que la marihuana era más rentable. Aseguran que los traficantes tienen la misma tecnología que las fuerzas de seguridad. Y en los festejos, comieron. Vaya que comieron.

Desde las 11 de la mañana del lunes, los personajes más representativos de Puerto Rico se reunieron cerca de la costanera para vivir una verdadera ceremonia. Los ciento cuatro prefecturianos que conforman el cuerpo de la Subprefectura Libertador General San Martín realizaban desde temprano múltiples tareas: unos desfilaban, otros ajustaban la decoración de la carpa donde se realizó un “lunch”, otros cocinaban: en fin, todos trabajaban para una buena fiesta.
Luego del acto, mientras los medios atacaban a la visita de honor, el prefecto nacional naval –máxima autoridad de la fuerza en Argentina-, prefecto general Carlos Edgardo Fernández llegado de Buenos Aires, los invitados embestían las mesas repletas de comidas: lengua a la vinagreta, aceitunas, matahambre arrollado, pizcitas...
Todos estaban vestidos de gala, y cuando se encontraban con algún conocido, primero se observaban mutuamente las manos antes de saludar, con temor a ensuciarse con comida. Entre los comensales no había mucho respeto, el que llegaba a acercarse a una de las mesas no se movía muy fácilmente, y el objetivo era permanecer cerca de los manjares. Los prefecturianos se acercaban con las picadas y los invitados los interrumpían a mitad de camino para recibir la mejor parte. Ni hablar de cuando llegó la pata flameada, la cola era muy larga y nadie, ni las mujeres simulaban un “ya estoy satisfecho”.
El ataque a las picadas disminuyó cuando se podían contar varias botellas de vino que obligó a los mariachis a comenzar su espectáculo al mediodía, pero a las 18, en el atardecer de un día agitado, ¡seguían tocando!
¿A qué se debió tanto festejo? A las Bodas de Oro que cumplía la Subprefectura Libertador General San Martín de Puerto Rico. Y claro, son cincuenta años de puras vivencias, experiencias, recuerdos, que son dignos de festejar, a como de lugar.

De lobos y drogas
Desde que se habilitó el destacamento en 1957, los prefecturianos sufrieron varios embates: el incendio total del edificio en 1971, cuando aún era de madera; luego dos inundaciones totales, una en 1983 y otra en 1992, en el que tuvieron que desalojar el edificio por completo. Vivieron también el tráfico de cigarrillos, de drogas y hasta, incluso, lidiaron con paseros que aseguraron ver a un monstruo al cual bautizaron “Paranaíto”.
En la actualidad, los prefecturianos saben que deben someterse al trabajo duro de cada día, donde pueden permanecer tres meses en algún destacamento sin visitar a su familia, realizando trabajos de inteligencia, para combatir al narcotráfico que tanto opera en esta zona.
Al menos así nos cuenta el ayudante de primera Alberto Rodríguez, acompañado del oficial principal Gustavo Daniel Iglesias, mientras acceden a una breve charla con Contexto.

-¿Qué fue eso del Paranaíto?
-En realidad fueron lobos de río que anduvieron por la zona. Tienen la particularidad de nadar en grupo y acompañar a las embarcaciones. Realizan un efecto llamativo cuando sacan sus cabezas a la superficie y luego se zambullen. Desde el lanchón, las paseras pensaron que fue un monstruo de siete cabezas. La prensa también se interesó en ese fenómeno, pero en realidad fueron lobitos de río. En La Plata abundan, es la primera vez que suben por el Paraná. Son como las focas pero con pelos.
El lobo de río es una especie en extinción. Y si bien había mucho para hablar, la charla giró hacia un punto más caliente: en febrero de este año secuestraron más de cuatro toneladas de marihuana, entre tantas otras incautaciones que se realizan en la zona.
Explicaron, entonces, que estudios recientes indican que en Paraguay hay cinco mil hectáreas de plantación de marihuana y que la mayor zona de elaboración está cerca de Puerto Rico. Es muy tentativo para los traficantes pasarla cerca de este lugar para acercarla a los centros de distribución: Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
El prefecto indicó que del vecino país vienen paseros en lanchas a remo: “no más de cinco minutos necesitan para remar a suelo argentino y depositan la droga en medio de la selva. Preferentemente se mueven de noche y cuentan con personal de inteligencia bien entrenado: “se manejan con lo que en nuestra jerga se llama mulas, paseros, bolseros y campanas; cuentan con celulares, radios, visores nocturnos, larga vistas de largo alcance. Tienen, en definitiva, la misma tecnología que nosotros”.

Cultivos populares
El análisis es sencillo y simple. El fenómeno del tráfico de drogas comenzó en 1996, cuando varios productores que se dedicaban a la plantación de mandioca descubrieron que la marihuana era más rentable.
“Tiene que ver con la cultura del pueblo: la zona de Puerto Triunfo es muy pobre, y sus habitantes no tienen idea de los daños socioeconómicos que producen las drogas; además ellos ganan muy poco dinero para contrarrestar con el riesgo que corren, los que realmente ganan son las cabezas, que son difíciles de atrapar, porque con todo el equipo armado con el que cuentan, al ver que se les pone difícil suspenden el operativo y se escapan, y los que pagan son los paseros”, dijeron.
En noviembre de 2002, el suboficial César Luft recibió un balazo, mientras realizaba un operativo en la zona del paraje San Gotardo: aún no se sabe si los narcotraficante realmente quisieron herir al suboficial, o “bajar” al pasero para que no hable, estimaron.
Pero el trabajo de un prefecturiano no sólo consiste en controlar el narcotráfico sino que realizan también una serie de trabajos, como el de prevenir a los bañeros acerca del peligro del río.

“Prohibido bañarse”
“En el Paraná está prohibido bañarse: son aguas muy peligrosas y la gente no toma conciencia, se burlan de nosotros; nos acercamos para indicarles que salgan del agua y cuando continuamos el recorrido, vuelven a entrar. Una tarde repetidamente la patrulla ordenaba que se alejen de las aguas pero para los bañistas era como un juego, hasta que una adolescente se ahogó y el padre de la joven lo primero que dijo fue: “dónde está la Prefectura”.
En este departamento la comunidad está muy conforme con la subprefectura, porque cada vez que se puede el personal destina parte de sus aportes a colaborar con el pueblo. La subprefectura ayudó en la construcción de una capilla en la localidad de 3 de Mayo. Tienen apadrinada una escuela en Mbopicuá, donde el personal realizó trabajos de albañilería, donaron pinturas y entregaron zapatos y medias a los alumnos. Ahora se comprometieron con la compra de una computadora.
La subprefectura Libertador General San Martín cumplió 50 años de trabajar para la comunidad de Puerto Rico. Festejó sus Bodas de Oro con un banquete al que los invitados hicieron honor.

1 comentario

Raúl -

En un simple resumen, se desarrolló en forma completa algunos aspectos de nuestra prefectura, no conocidos por todos......si con escasos recursos cumplen con su función, me imagino si tuvieran los recursos necesarios,,,,,,,las pizzitas me parecen que van con ZZ,,,,,muy bueno, a este artículo le doy 8,5 puntos.NO PUBLIQUEN ESTE COMENTARIO.